martes, 15 de septiembre de 2009

Una Mirada al Recuerdo: Mis Películas

Melody .

*Director: Waris Hussein.
*Protagonistas: Mark Lester, Jack Wilde, Tracy Hyde.
*Música: Bee Gees: Melody fair, To love some body, In the morning.
*Cinema: Broadway (Lima, Perú).
*Año: 1974.
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Melody llegó a Lima en el verano de 1975, cuando en el barrio los chicos disfrutábamos de las vacaciones del colegio, más felices por los tres largos meses que teníamos por delante para hacer crecer la melena. Y es que, en esa década verde, los militares habían instaurado su dictadura hasta en los colegios, y nada me torturaba más que tener que visitar el peluquero todos los domingos, !cómo los odiamos!

A Melody lo habían venido anunciado en los réclames de casi todas las películas y aparecía publicitada a través de coloridos carteles, en retratos grandes y sugerentes, en donde lucía la parejita estelar: el rubiecito Danny (Mark Lester) y Melody (Traicy Hayde), una niña de rostro bonito y angelical como un ensueño, y el amigo de ambos, el rebelde Ornwash (Jack Wilde).

Yo ya conocía a Mark Lester, desde aquella vez que con mi hermano Hugo y mi primo Enrique lo vimos actuar en esa movie de suspenso que tanto nos encantó, Fui testigo de un crímen, compartiendo créditos con la espigada y rubilinda Susan George.

Cuando en el barrio corrió la voz de que el estreno de Melody había llegado al Broadway de la avenida Brasil, los patas estallamos de alegria acordando ir a verla en la matinée de ese mismo domingo.

No se trataba de ver una película más para adolescentes, que en esa época Lima había sido invadida con un vendaval de esa factura: Adios cigueña adios, Amigos, Susan y Jeremy, todas orientadas a tocar los grandes temas que inquietaban a nuestra edad: el primer amor, los primeros besos, la incertidumbre ante la primera experiencia sexual, !teníamos sólo quince años!

.En melody acudíamos, además, al concierto de uno de los mejores grupos musicales de la época: los Bee Gees.

En los 70's nuestros gustos estaban muy bien definidos e identificaban perfectamente a nuestra generación: rock duro y estridente, Grand Funk, Nazareth, Led Zeppelin, Rolling Stones, Yes, Statu Quo, Gary Glitter y una dosis de soul del moreno James Brown. Para enternecer el corazón, no existía nada más inspirador que los Carpenter, Elton John, América, Bread, Bee Gees, Gladiz Nigth, y cualquier baladita de nuestro orgullo nacional, We All Together.

Eran los ídolos infaltables en esas fiestas de luces psicodélicas, guinda y baladas pegaditas. Nuestra adolescencia vibró tan intensamente al ritmo melodioso de esos hermosos discos de rock, que hoy, al escucharlos en la distancia de mi vida y lejos de mi Patria en Estados Unidos, terminan arrancando de mi alma las notas más transidas de nostalgia y añoranza por aquellos inolvidables años que se fueron.

Un grupazo de veinte chicas y chicos del barrio copamos ese domingo las dos primeras filas del Broadway, eufóricos, alegres, bulliciosos, luciendo bacancitos nuestra mejor indumentaria setentera.Entre las chicas, recuerdo a una inolvidabel amiga, la flaquita Nancy Enciso, a las hermanas Cecilia y Charo Galarza, a Charo Chávez, las hermanas Cecilia y Moraima Valdiviezo Palaviccini, la morocha y guapísima Evelyn , la delgadísima Paty Córdova, la tronquito Jenny, la flaca Rosa, y las chicas del Edificio Portofino, que gustaban sumarse con las del barrio: Gaby, Paca, Cecilia, Merian, Evelyn y mi carismática y linda amiga Roxana, y otras, igualmente de bellas, pero cuyos nombres se los llevó el viento de tantos años.

En los chicos la memoria me ayuda mejor: mi pata Gustavo Rodríguez (con quien mantengo leal comunicación), el grandazo de Fico Basurto (cuántos puños nos llegamos a cruzar), Martín Ferro (en New Jersey), Willy Iraola (en España, desde el 99, creo), Jorge Valdiviezo, mi hermano Hugo, el "chato" Carlos Villarán (en Miami), Raúl Puccio (también en Miami), Lucho Praeli, Ricardo "raca" Palacios, el gordito Lino Queirolo (actualmente amo y señor del mejor vino peruano), etc.

Todos vienen hoy a mi memoria con sus rostros frescos y mocetones de quinceañeros: las chicas, lindas, flaquitas, exhibiendo provocativas minis y ajustadísimos jeans, bluzas de tocuyo hindú, politos desteñidos bajo una explosión de colores, ciñendo sus cuerpos de muñecas en pleno proceso de niña a mujer, argollas de colores adornando sus entornados pies, pintorescas shakiras trepándoles los brazos; mis patas, metiendo vicio y moviendo la cuidada melena, los pantalones acampanados, correas de hebillas anchas, haciendo tronar los macarios, sacando la cajetilla de cigarros de los botines, !qué locos!.

Historia de un tierno y dulce amor de dos adolescentes, a Melody podemos mejor entenderlo,si nos transportamos mentalmente a comienzos de la década de los 70 , a nuestros catorce o quince años. Y es que, a la vista de la filosofía pragmática y veloz con que se mueven los chicos de hoy, aquél aparece como un mundo idílico y raro, posiblemente ya en extinción.

Danny es un niño bien que ingresa a una escuela pública, en donde, desde el primer momento, se siente un advenedizo, muy tímido y distante. Será Orwansh, un chico rebelde y contestatario, con un sentido pícaro de la vida, quien le sirve de puente y lo adentra a ese nuevo mundo. Recién con él la escuela cobra atractivo; la amistad se troca en aventura y transcurre bulliciosa entre juegos de fútbol, torneos de atletismo y bailes, y hasta los hace cómplices al escaparse de la escuela para recorrer la ciudad y compartir mil locuras y aventuras.

Sin embargo la cálida amistad que nace entre Danny y Orwansh se ve de pronto interrumpida por la presencia de Melody, una niña de rostro dulce y mirada sublime, una muñequita hermosa y pura como un ángel caído del cielo.Desde un primer momento, Danny siente una fuerte atracción por ella, siendo decisivo el instante en que él, al ir a espiar con Ornwash a las chicas detrás de la puerta del salón de danzas, sorprende a Melody en plena práctica de ballet, en donde la belleza encantadora e inocente de la niña lo cautiva y lo atrapa por completo. Un desconocido y fuerte sentimiento rápidamente se enciende en Danny: !ha brotado en su tierno corazón la hermosa llama del Amor!. Y Melody no tarda en corresponderle.

Es digno subrayar que este amor que identifica a Danny y Melody es limpio y despojado de toda malicia; se observa que, por toda entrega, él apenas llega a depositar un delicado beso en la sonrosada mejilla de la niña.La bellísima banda sonora que acompaña la película se encarga de agregarle el toque de magia al idilio, elevando sutilmente el romanticismo que vive la parejita:
"Who is the girlat the window pane,watching the raine down?Melody fair,remember youre only a womanMelody fair,remember youre only agirl....ahhhhhh ..ahhhhhh!!".

Los Bee Gees hacen de Melody el mejor concierto de amor para dolescentes: In the morning, To love some body y Melody fair son algunos de los temas que entraron a la historia con la película.
En las butacas mis amigas no dejaban de suspirar siguiendo el hilo del romance. La flaca Nancy no cesaba de llorar ante el drama de Melody de verse incomprendida por su amor a Danny; Roxana, más valiente, pretendía con su pañuelo a florcitas retener vanamente la descarga de emoción.

En tanto los chicos, más expertos, las comprendíamos y consolábamos. El raca, palomilla, le mandaba besos volados al rostro angelical de Melody agigantado por la pantalla. Por mi parte, yo envidiaba a Orwansh por la libertad de llevar en la escuela el cabello largo.

Mas, ese romance inocente se ve duramente cuestionado por los profesores de la escuela, quienes, lejos de comprender y saber orientar el amor virginal y naciente de dos escolares, actúan de la manera más desatinada y bárbara, pretendiendo arrancarlo bruscamente de sus tiernos corazones.Como siempre, la hipocrecía de los viejos, olvidando las emociones que tuvieron de jóvenes. Sin embargo, la parejita defiende heroicamente su amor, contando con la alegre complicidad de todos sus amigos de escuela.

Al final, los amigos de la pareja se unen y libran una verdadera batalla campal contra los adultos, y todo termina en un artificioso matrimonio oficiado por el leal Ornwash y en donde Danny y Melody emprenden una romántica fuga de novios en un viejo vagón de tren.Un verdadero final de película para una historia de amor de lo 70's, donde la vida adolescente se desarrollaba bajo un halo romántico e inocentón y los amores lo idealizábamos hasta el cielo.

Entonces los temas musicales eran cantos que ensalzaban la nobleza de nuestros sentimientos. Mensajes de esperanza dictados por el corazón. Entonces no solamente amábamos, sino que creíamos en el amor. Nunca imaginaríamos los procaces mensajes de letrina que cuarenta años más tarde introduciría el reggeaton.

Mucho me hubiese gustado ver re-estrenar la película en compañía de mis tres hijos adolescentes, Carolina, Luis y Pepito, a quienes les he contado miles de veces, con lujo de detalle y emoción, sobre sus personajes y la sublime trama de amor que envuelve a la parejita.Sin embargo, Melody fue una hermosa joya que quedó atrapada en el tiempo, ya que nunca más volvió a ser puesta en la pantalla grande.

Afortunadamente, y tras una incansable y persistente búsqueda online por las grandes tiendas de EE. UU., España, Méjico, Chile y Argentina, finalmente mi hermano Hugo la pudo encontrar en las tiendas de Polvos Azules en Lima, a sólo s/. 3.50 Soles ($1 dólar) enviándome el CD en las maletas de mi hija Carolina.

Al querer informarme sobre la vida actual de mis tres pequeños héroes, me enteré penosamente que Jack Wild (Ornwash) falleció en marzo del 2006, a los 53 años de edad, como consecuencia de la vida autodestructiva que solía llevar.

La bella Tracy Hyde (Melody), luego de un breve paso por el modelaje, se fue a vivir a la China, en donde montó un hotel y una clínica para perros y gatos.Mark Lester (Danny) continuó por algunos años como director de películas de relativo éxito, pero luego se retiró dedicándose por entero a su clínica de médico.

Hoy, al mirar en retrospectiva aquellos maravillosos años de mi vida adolescente, imposible dejar de exclamar los versos del poeta: "Tiempo: !detente, eres tan hermoso!". Y es que es el Melody de mis quince años, con sus grandes personajes, el que vive y vivirá, como nunca dejó de vivir, en mis recuerdos.

!Melody por siempre!.

Nueva Jersey, otoño del 2009.

Luis Alberto Castillo.
























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