jueves, 28 de octubre de 2010

Debate: Religión





Las caídas de la Iglesia

Hace cincuenta años, Heinrich Boll, destacado novelista alemán, Premio Nobel, notable escritor católico y gran conocedor de su Iglesia (participó como soldado en la Segunda Guerra Mundial y fue testigo de la posición de la Santa Sede de Pío XI y Pío XII frente a los crímenes del nazismo contra los judíos), dio a luz un tremendo libro: Opiniones de un Payaso (1963), del cual se desprende el profundo dilema que al parecer atormentaba el alma creyente del autor:

¿Puede un creyente ajustar enteramente su vida a los preceptos evangélicos, o, inevitablemente, tendrá que llevar una vida escindida entre su diario comportamiento terrenal y el mundo de sus creencias?

En estos días de justificados y encrespados debates a causa de los nuevos escándalos que sacuden al Clero (el encendido affaire del padre Alberto en Miami y la paternidad de un niño descubierto al actual presidente de Paraguay, Fernando Lugo, cuando era obispo), la reflexión de Heinrich Boll, por venir del talento de quien escribió la obra, un católico practicante y comprometido, es digna de tenerse en cuenta, pues pocas veces creyente alguno ha expresado en voz alta una confesión tan lúcida, como humilde y sincera, en torno al rigor de las reglas por las que, según la Iglesia, debe encarrilarse la vida del creyente, del común y silvestre.

¿Se puede exigir y esperar de ellos una coherencia mayor entre la teoría y la práctica que la que muestran y exhiben quienes mandan y ejercen liderazgo al frente de la Iglesia?

La novela, de una cavilación filosófica formirable, se sumerge a explorar la vida social del católico en confrontación con la de las autoridades de la Iglesia, a fin de recoger la certidumbre buscada con tanta ansiedad.

Quien se internalice con su lectura, no le resultará difícil encontrar entre Heinrich Boll y Maquiavello (El Príncipe), a pesar de los tres siglos que los separa, las mismas conclusiones: la coherencia absoluta entre la moral cristiana y la vida diaria del creyente es de imposible cumplimiento, sólo concebible en casos excepcionales, en el loco o el santo.

Maquiavelo formuló su fisolofía para el príncipe católico, llegando a concluir que si éste intentaba gobernar de acuerdo a sus principios morales de cristiano, resultaría un rotundo fracaso, ya que "el poder, antes que una moral, es una praxis, un arte que exige contínuas transacciones con el engañoy la mentira para ser exitoso".

Maquiavelo fue uno de los más grandes pensadores de su época y su filosofía -un verdadero tratado político- fue fruto de las observaciones, frías y objetivas, de la política entonces dominante, pues por años ejerció funciones de burócrata al servicio de la Señoría florentina.

Opiniones de un Payaso, la novela más celebre de Heinrich Moll (casi todas muestran un contenido ideológico-religioso), es un interesante ensayo que todo creyente debería leer, pues configura un duro enjuiciamiento al comportamiento moral de la Iglesia y de la sociedad, si bien hay que ubicar el libro a los días de la posguerra.

Hoy, al tener noticias del pronunciamiento que un importante grupo de sacerdotes acaban de expresar en Argentina, quienes, reafirmando la vigencia de su fe, piden la posibilidad de que el celibato no sea regla obligatoria sino optativo, creo, con mayor convicción, en el carácter irracional e irreal de la medida.

El mundo ha ingresado al Siglo XXI con la plena conquista de la igualdad de los sexos, por lo que también considero inexplicable que la mujer continúe relegada a su secular papel de sierva y fiel seguidora y defensora del Clero, siendo que, tan igual que el varón, es digna de ejercer el alto oficio del sacerdocio, especialmente hoy que la vemos proclamar con conmovedor orgullo estar disciplinándose en los profundos estudios sobre la fe cristiana y la Iglesia.

New York, Barnes & Noble, noviembre de 2010.

Luis Alberto Castillo.