lunes, 9 de enero de 2012

Reflexiones


Por un Perú mejor:
Una Sociedad de Notables

No obstante las diferentes áreas del saber en que descollan sus notables obras, figuras como nuestro Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Gaston Acurio, Fernando Szizslo, Alfredo Barnechea, Bryche Echenique, el físico Modesto Montoya, Esteban Pavlectich, el gran geógrafo Javier Pulgar Vidal, brillantes académicos como Manuel Pantiagoso, Luis Lumbreras, etc., expresan un mismo ideal de Patria: un Perú libre de tiranos y déspotas, gobiernos limpios de corruptelas y tráfico de influencia, respeto a la dignidad de la persona humana, protección del niño, plenas garantías de los derechos y libertades ciudadanas, una democracia funcional, tolerancia cero con la delincuencia, lucha frontal contra las distintas formas de violencia, etc.

Pero, siendo que estas significativas figuras son reconocidas en el orbe internacional como representativos del intelecto, la cultura y la reserva moral del Perú, ¿ no es irónico que no tengan mayor influencia en nuestro país? La lucidez de sus luminosos pensamientos no cuentan o pesan muy poco en la formulación de la agenda nacional de los gobiernos de turno.

¿ Es que el destino de nuestra Nación no tiene más remedio que dejarse en las manos irresponsables de los dueños del poder político?.

Sabido es que los dirigentes políticos deben sus investiduras, por un lado, a los arreglos poco transparentes de la transacción, la prebenda, el cálculo y la ambición de quienes invirtieron en ellos, y, de otro lado, al empuje temperamental (más que racional) de las masas electoras.

Por consiguiente, quienes encarnan el intelecto y la moralidad del país no tienen representación de los sectores más organizados. Siendo por demás notorio que en estos tiempos la élite intelectual ya no ejerce influencia en la historia de nuestra sociedad.

Dispersa como anda, nuestros adalides del intelecto y la moralidad, nuestros orgullos nacionales, no pueden participar ni incidir en el debate de los grandes temas nacionales.

Empero, ¿no es posible modificarse este estado de cosas promoviendo la creación de una Sociedad de Notables integrada por quienes han mostrado un amor profundo y una indiscutible identidad con el Perú?

¿No es sensato acaso que quienes con el brillo de sus logros y la pulcritud de su comportamiento ofrecen garantía de capacidad y desinterés deban ser llamados como Guías del desarrollo del Perú y orienten su proyección de Nación en la historia?

Estamos hablando de una suerte de corporación o comunidad de carácter nacional, una Sociedad de Notables, cuyos miembros se reunirían periódicamente o según lo demanden las circunstancias, manteniéndose en contacto a través de un constante intercambio de opiniones.

De tal suerte, el peso y la solvencia de sus opiniones conjuntas, vía comunicados o pronunciamientos de prensa o entrevistas en los medios de comunicación, irían ejerciendo, paulatinamente, una influencia poderosa en la resolución de los problemas políticos y sociales.

Si una comunidad nacional de tal envergadura pudiera llegar a establecerse, procuraría sistemáticamente una movilización de las organizaciones cívicas en la lucha contra la violencia, el hambre, el analfabetismo y la corrupción. Forjaría conciencia nacional.

Y ofrecería apoyo moral a todas esas personas cuya buena voluntad se encuentra paralizada en dolorosa resignación.

Es que no me resigno a pensar que justamente los hijos de mayor valía de nuestra Patria, sean objeto del olvido más egoista y la ingratitud más pérfida por parte de esa pesada e insulsa maquinaria llamada Estado detrás de la cual se mueven agazapados tres grandes poderes: Imbecilidad, Ignorancia, Banalidad.

Nueva Jersey, Barnes & Noble, Enero 2012.

Luis Alberto Castillo.

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