martes, 2 de febrero de 2010

Mis Idolos



RAPHAEL
Cincuenta Años después, el Idolo sigue siendo aquél


El escenario gigantesco, de una elegancia soberbia, todavía cubierto por inmensas cortinas de tul de un rojo vino, es aguardado por un público numeroso como nunca jamás se haya visto, abarrotando las finas butacas que, en interminables hileras, dan toda la vuelta del magnífico recinto.

Una alegre espectativa flota en la atmósfera, diría mejor una ansiedad latente, !todos de una vez quieren verlo entrar.

Se apagan las luces y el público ahoga una inocultable exclamación de felicidad. Se levanta el telón y solamente un solitario e inteso has de luz es todo lo que queda ahora para alumbrar el set.

Entonces, como impulsado por un cañón, entra a paso veloz agitando expresivamente brazos y manos, una figura delgada mediana, rigurosamente vestida de un negro total que tiene el efecto de resaltar la blanca palidez de su rostro juvenil, el que se ve iluminado por una amplia y dulce sonrisa.

Llega a la orilla del escenario, se inclina reverente cruzando los brazos, y el público lo recibe de pie, estalla en aplausos, sonoros, prolongados, frenéticamente.

!Es Raphael! !Raphael! !Rapha! !Rapha! !Rapha!

Sólo hay algo tan desmesurado como Raphael: el público de Raphael.

Cincuenta años siguiendo a Raphael, involucrándose con el Idolo, internalizando sus poses vibrantes y gestos escénicos, sus arrebatos y desplantes de divo, los fans han llegado a asumir la misma teatralidad en las butacas lo que el maestro en el set. Una comunión de almas, algo cuasi religioso los alimenta e identifica recíprocamente, esto es grandioso, !apoteósico!.

El raphaelismo es una fascinación impresionante. Un culto al ídolo que se sabe idolatrado.

La orquesta es impresionante, con una fina melodía de piano y en perfecta sinfonía de un bello toque de violines, da inicio a una de las interpretaciones más preciosas que el mundo entero haya escuchado en habla hispana: "Yo soy aquel".

Raphael es lo más extenso e interesante que haya producido la música contemporánea. Un raro producto de la misma cultura Occidental. En realidad, no hay pluma suficiente para dibujar perfectamente ni agotar el análisis de su excelsa figura.

Es el cantante más universal de España. Diría mejor, de la canción en español. Y es que nadie ha llevado y difundido el arte del canto en la lengua cervantina a todos los lugares y últimos rincones del mundo, como solo Raphael lo ha podido hacer.

Un largo y rico repertorio de hermosos temas románticos, tristes y alegres, que abarcan sus cincuenta años de vida artística, es una hazaña sin precedentes en la historia del cancionero hispano.

Cincuenta años de permanencia sobre los escenarios manteniendo, a fuerza de admirable entrega, disciplina, constancia, fidelidad a un estilo, único, incomparable, inimitable, ! es una proeza!

Como Raphael, solamente uno cada un siglo.

He aquí mi homenaje más encendido de admiración al más grande e incomparable ídolo de toda mi vida, !para tí mi querido Raphael!, y para todos los que como yo nunca hemos dejado jamás de admirarte.

!Gracias Maestro!

Nueva Jersey, invierno del 201o.

Luis Alberto Castillo.

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