lunes, 14 de diciembre de 2009




Transexualismo: ¿tercer sexo?

"Hombre soy, y nada de lo humano me es indiferente"
(Ortega Y Gasset)


La famosa cadena de noticias ABC News dejó estupefacta a su numerosa teleaudiencia cuando, en entrevista exclusiva, presentó el extraordinario caso del transexual Thomas Beatie, una mujer que, con auxilio de la cirugía más avanzada y bajo un disciplinado proceso de hormonas, se convirtió en hombre. El escándalo fue mayúsculo al informarse que Thomas había logrado embarazarse con ayuda de la inseminación artificial logrando el portentoso milagro de traer al mundo a una niña.
Un hecho asombroso, realmente extraordinario y sin precedentes en la historia de la humanidad, y que la prensa, que como reguero de pólvora corrió rápido por internet, presentó al mundo como el embarazo de un hombre.
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La maravillosa creación de la vida involucra todo un complejo proceso fisiológico de crecimiento y desarrollo del feto al interior del útero materno, los cambios metabólicos y morfológicos operados en él, dirigidos a proteger, alimentar y asegurar el desarrollo del feto: la interrupción de los ciclos menstruales y el engrandecimiento de las mamas que preparan la lactancia del ser naciente.
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El cumplimiento de estas leyes biológicas exige que el sujeto portador del embarazo tenga útero y ovarios, y en los seres humanos solamente la mujer lo posee. Con el caso de Thomas Beatie, el hombre embarazado, el concepto del embarazo dio un cambio radical.
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El milagro es conquista de los sofisticados laboratorios de la biotecnología más avanzada: la fertilización del óvulo y el espermatozoide operaría in vitro, o sea, fuera del útero. Luego, este cigoto sería implantado en la cavidad abdominal del hombre, a quien previamente se ha debido someter a un cuidadoso tratamiento de hormonas femeninas , y anidaría a la criatura durante los nueves meses de su gestación y desarrollo. Finalmente, llegada la hora del alumbramiento, el niño sería extraido mediante una sencilla operación cesárea.
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El procedimiento científico no había sido intentado, si bien tiempo atrás, Chen Huanran, cirujano plástico de la Academia de Ciencias Médicas de Beijing, había logrado que dos atletas transexuales fuesen admitidos en los juegos olímpicos en Atenas 2004.
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El Comité Olímpico Internacional (COI), al decidir abrirles las puertas a su participacion, había enviado al mundo un elocuente mensaje de tolerancia hacia la comunidad transexual.
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El transexualismo, al igual que la homosexualidad, sigue siendo un tabú, un tema de verguenza y objeto de rechazo y repudio en muchos países cuyos códigos psicológicos y morales los catalogan de enfermos sexuales, desviados, pecadores, sodomitas, pervertidos, mal nacidos, etc.
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Sin embargo, el transexual y la comunidad transexual existen: sujetos que encuentran conflicto entre su identidad sexual y su anatomía sexual. Una disconformidad entre su sexo biológico y su sexo social y psicológico, que es lo que determina su mundo existencial y vivencial: sus acciones, deseos, aspiraciones y sueños. La comunidad transexual es numerosa y cada vez va en aumento, y, a pesar de todo, se abre paso.
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Hoy, al hacerse público el embarazo de Thomas Beatie, la lista en espera de las clínicas especializadas para la recomposición sexual, va por un número superior a los 24,000.
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El transexual debe someterse, antes de operarse, a numerosos análisis fisiológicos y asistir a sesiones de terapias psicológicas por espacio de dos años, pues debe convencer a los especialistas que el "cambio de sexo" responde a las necesidades innatas del solicitante.
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Sin embargo, no es el doloroso y potencialmente riesgozo proceso de recomposición de sexo lo que intimida al transexual, sino el hecho a ser víctima del rechazo, la exclusión y marginación en el plano social y laboral, incluso, en su propio entorno familiar. Y es que hay quienes, a pesar de haber afrontado exitosamente la metamorfosis, no han podido soportar el ensañamiento, las burlas y la soledad en que lo arrincona la sociedad, terminando por ahogarse en la más profunda depresión. Para muchísimo de ellos, el suicidio ha sido la única salida. Tanto, que en las estadísticas ocupan la segunda causa de suicidios en el mundo, después del cáncer.
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Antes de lanzar las piedras de la intolerancia, el mundo debería interesarse en conocer este drama humano que envuelve a la comunidad transexual.
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Ya los hippies, cuando la revolución sexual de los 60's, al agitar las coloridas banderas de la comprensión por la identidad sexual, dieron un noble ejemplo de tolerancia de lo que hoy todavia pretende seguir conteniendo en camisas de fuerza el Siglo XXI: el surgimiento de un tercer sexo. Sin lugar a dudas, el mayor desafío de la época.



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