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"El  Maestro"

Seudónimo con el que se conoce en el fantástico mundo de la pintura  a Jaime Vásquez Quiroz.

Chimbotano de nacimiento, Jaime nació en un hogar donde la música y la pintura eran la atmósfera natural que respiraba su numerosa familia, integrada por sus padres, Don Mario Vásquez y doña Gregoria Quiroz,  y sus siete hermanos, siendo él el menor.

Sus hermanos mayores, Alvaro y Rodimiro, dibujantes de finos trazados a carboncillo y diestros en el manejo de la acuarela y la tempera, fueron sus primeros maestros y los que influenciaron poderosamente en la formación del gran pintor que desde muy tierna edad se revelaba en Jaime Vásquez.

Ya desde las aulas de la primaria dejaba anonadados a profesores y estudiantes con sus geniales dibujos y extrañas creaciones artísticas.

A los doce años fue indiscutible ganador de un sonado concurso de pintura organizado en la ciudad de Chimbote.

La vida de Jaime está signada toda por lo extraordinario y fabuloso.

En mis recuerdos de niñez aparece como el amigo mayor que solía romper la rutina de mi mundo de juegos y travesuras  para involucrarme en  mil aventuras impresionantes, rodeadas de magia y fascinación y hechos dignos de fábula, que algún día escribiré.

Creo que, con sus extraordinarios cuentos de horror con el que cada noche sabía convocarnos en el barrio a un grupito de cinco o siete niños, regalándonos las horas de suspenso más inverosímiles que recuerde de mi vida, Jaime logró insuflar a mi espíritu una fuerte tendencia al mágico mundo de la imaginación de que está hecho la narrativa.

El trágico terremoto de 1970, que sacudiera terriblemente el norte del Perú, separaría bruscamente nuestros destinos de amigos, siendo que muchas familias emigraron a vivir a la capital, la mía entre las primeras.

En Lima lo volví a ver, adonde su familia también se había trasladado a vivir. Y, por una rara coincidencia, a solo dos cuadras de mi casa, en Magdalena.

A los pocos años le perdí la pista, aunque recuerdo que una tarde en que yo regresaba de la universidad, nos encontramos en el mismo bus. Jaime ya era alumno de la famosa Escuela de Bellas Artes de Lima , de la cual se graduaría en 1980.

Ya casado, y alentando el inquieto espíritu artístico de mi hija Carolina, a quien matriculé en el Museo de Arte, conversé con su  maestro, un estrámbotico pintor cubano, quien me dejó perplejo al informarme que Jaime Vásquez había sido maestro suyo en Bellas Artes, y que desde hace buen número de años triunfaba con su arte en Nueva York.

Hace dos años atrás, en un ágape de académicos e intelectuales en Nueva Jersey, una amiga colombiana me esperaba con ansias, contándome, con desbordante alegría y loco entusiasmo, que había conocido en Manhattan a un renombrado pintor peruano, y que, en la conversación, salió a flote nuestra vieja amistad.

 Era Jaime Vásquez Quiroz, poseedor de una impresionante galería de obras famosas y sumamente cotizadas en el corazón de Manhattan.

 Un pintor consagrado y en la plenitud de su genio,  rodeado de los laureles de la fama y el éxito mundial.

Al conocer y apreciar la tendencia surealista presente en toda su obra artística,  indetifiqué mejor a mi viejo amigo. La esencia nunca se pierde.

Por iniciativa de nuestra común amiga, nos comunicamos con Jaime, recordando con cariño y acentuada añoranza los lejanos días de nuestra niñez.

Fue gentil y muy noble conmigo, invitándome a su famosa Galería y a su precioso depatamento en Times Square.

Cómo dudarlo ya, el mundo es un pañuelo.

Gracias "Maestro", por llevar por todo el mundo y bien arriba, en el magnífico vuelo de tu fantástico arte, el nombre de nuestro querido Perú.

Nueva Jersey, Harrison, agosto 29, 2012.

Luis Alberto Castillo.