martes, 15 de junio de 2010

Una mirada al recuerdo: mis mundiales




Mi Mejor Mundial

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*Mundial: Argentina 78

*Ciudad: Córdoba

*Fecha: Junio 3, 1978

*Encuentro: Perú-Escocia

*Score: Perú: 3- Escocia: 1

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¿Mi mejor Mundial? Sin lugar a dudas, !Argentina 78! Es el Mundial que más recuerdo con cariño cada vez que debo contarles a mis pobres hijos, que no saben lo que es ver a Perú en un Mundial, sobre aquella hermosa página de la historia que llegué a presenciar y el inmenso orgullo que sentíamos al tener una selección de oro.

Fue el mejor baluarte en la defensa que tuvo la selección peruana. Lo llamaban el Gran Capitán, poseedor de un temple espartano, nunca le vimos bajar la guardia: o pasaba la bola o solamente el adversario, jamás ambos; gran cabeceador (saltaba en doble ritmo) y dotado de una potencia fenomenal en los pies que le hizo temible en los disparos de larga distancia, llevándolo a registrar en el gramado su marca personal, sus chumpigolazos. El granítico Héctor Cumpitaz fue el último de una rara estirpe de grandes futbolistas que supo darle al fútbol nacional sus mejores horas de gloria .

Era un guerrero en el medio campo. Alto, siempre con el pecho enhiesto, elegante pero fiero en la entrada, a José Velásquez, el patrón, siempre le vimos correr durante los 90 minutos de juego portando la bandera del coraje y el pundonor. Sin lugar a dudas, el último gran caudillo que tuvo la selección.

Más ubicado al centro, había un poeta metido de armador, encendido de una inextinguible inspiración que le permitía obsequiar al público los malabares futboleros más divinos y enrevesados. César Cueto realizó con su zurda de oro las jugadas más preciosistas que se han podido espectar en las canchas de fútbol. Hasta hoy, Perú no ha vuelto a producir fenómeno igual.

Y qué decir de las puntas: por la izquiera, un blanquiñoso esbelto y guapetón, que le jugaba al balón con alegria; no bien se disparaba velocísimo, no había quién pudiese detenerlo ni evitar sus siempre precisos centros, si es que él mismo no decidía meterla, y corría a celebrar el gol eufórico moviendo el brazo derecho cual una hélice: Juan Carlos Oblitas, el ciego. En la otra banda, en la punta derecha... a veces yo mismo no lograba divisarlo... !corría, corría y corría!, con una velocidad increíble siempre pegado por la delgada línea blanca, diríase una flecha, una saeta negra. J. J. Muñante era un moreno de frente amplia y con un africa look muy de la época, siempre serio y de poco hablar, pues su misión era correr y dispararla al centro. Terror de las defensas.

.¿No les he contado del arco peruano? Estaba confiado a !un loco!, que todo el partido se la pasaba gritando a sus compañeros con su voz delgada de niño. Portero temerario, gustaba dejar el arco solo para sumar al equipo de un delantero más, y salía cabreando llegando muchas veces hasta patear al arco contrario. A veces, cuando había fortuna, metía gol; pero, casi siempre, cuando más lo necesitábamos, atajaba los penales. El loco Ramón Quiroga fue un verdadero espectáculo bajo los tres palos. El argentino que más amó el Perú.

Pero esta brillante selección de leyenda lo cierra con broche de oro el mejor número 10 que ha tenido en toda su historia el fútbol peruano. Un moreno de rostro bonito, obsequiando siempre una sonrisa infantil que le daba un carisma sin par. Cuando arribaba la selección, la prensa internacional corría como avispero detrás suyo diríase en caza de un ídolo de rock o una esttrella de Hollywood. El Nene Teófilo Cubillas era un virtuoso con el balón, dueño de una técnica exquisita y con un cambio de ritmo inesperado que tenía el efecto de dejar hipnotizado al rival: su rápido dribbling de izquierda a derecha siempre le abría la entrada al área contraria. Con él en la cancha, todos esperábamos una genialidad en cualquier momento, y siempre la llegada del gol. Y nada había más hermoso cuando llegaba de tiro libre. De filigrana.

Al Nene Cubillas le debe el Perú una impagable deuda de gratitud, !cuántas emociones y alegrias nos regaló con su mágicos goles!.

Aquélla era una típica mañana de invierno limeño. Era junio y Lima estaba cubierta por ese cielo gris color panza de burro de que hablaba Salazar Bondy en su Lima la horrible. Recuerdo que me dolía en el alma tener que ir a trabajar ese día. Jugaba Perú contra el favorito Escocia y ya las calles mostraban un aspecto fantasmal por lo desoladas y silenciosas que estaban, ningún alma afuera, todo el mundo concentrado en sus casas esperando la hora del encuentro.

Llegué a ver el partido en compañía de mi primo Enrique Córdova Castillo y mi hermano Hugo Castillo en la obra de pintura donde trabajábamos, junto a todos los trabajadores: albañiles, carpinteros, pintores, parqueteros, todo el Perú profundo pegado ante un televisor gigante en blanco y negro. Era tal el sentimiento de patria que vivíamos, que a la hora de los himnos todos nos pusimos de pie entonando con desbordante fervor el himno nacional junto a nuestra selección. Nuestro corazón estaba esa tarde en el estadio de Córdoba, !hermoso!.

No había comenzado el partido, cuando el afamado ariete escocés Jordán, aprovechando un lamentable error del loco Quiroga le enfiló un disparo... gol. Todo el Perú mudo. La garganta seca. Un mazo nos había caido sobre la cabeza. Escocia por algo había llegado con el cartel de favorita para llevarse la Copa.

Sin embargo, aquella era una selección peruana, jugadores inspirados, un apasionado amor por la camiseta. En la televisión el locutor Humberto Martínez Morosini no dejaba de animar, !vamos muchachos! No pasaría la media hora, y el patrón José Velásquez, con el coraje que lo caracterizaba, comenzó a batallar moviendo el medio campo, originando una serie de paredes con Cueto y Cubillas. El trío se tornó en un rodillo indetenible, la defensa escocés regada por el suelo y entonces llegó el !gooooooooool de Cueto! !Perú 1, Escocia 1!.

Todos saltando en la obra, gritando !Perú... Perú... Perú! , confundiéndonos en abrazos, sudores, lágrimas que afloraban del alma grávida de emoción !...Perú...Perú ...!

Aquí en Nueva Jersey, conversando hace unos meses sobre el memorable encuentro, Ruben el panadero Díaz, temible gladiador en la defensa, me contaría sonriendo que Velásquez lanzó un ultimátum a todo el equipo: "! nadie arruga, sino después se la verá conmigo, !vamo Perú carajo!". El equipo le temía más a Velásquez que a la prensa o la hinchada.

Aquella tarde fue de emociones encontradas. La moral nacional, levantada como espuma con el gol del poeta, se desinfló cuando de repente sobrevino un penal sancionado contra Perú por mala acción de Chumpitaz. En la televisión, nuevamente el locutor Humberto Martinez Morisini auguraba suerte: "no será la primera vez que Quiroga tape un penal ..."

El loco Quiroga, con increible visión, adivinó la dirección del disparo del escocés y atajó el penal lanzándose por la derecha. El técnico de la selección, el trágicamente desapararecido Marco Calderón, declararía después: "la salvada de penal por parte de Quiroga fue determinante en el triunfo, porque elevó la moral del equipo...."

Ya imbuidos de una moral al tope, la selección peruana dio un gran espectáculo de buen fútbol durante el segundo tiempo. Un segundo gol llegaría de los legendarios botines de Cubillas, fruto de una inspirada combinación con sus compañeros. Pero el momento culminante estaba reservado casi para el final, en un travieso juego de buen fútbol que sería el preludio para el tiro libre que mejor recuerda la historia: ante una barrera de casi todo el equipo escocés, y tras un amañado cruce de J. J. Muñante, el nene lanzó un poco ortodoxo disparo que entró por el lado derecho del arco y .... !gooooool peruano! !Teófilo Nene Cubillas! !Perú 3, Escocia 1!

Una impresionante pirámide humana de todos los jugadores sobre el nene Cubillas quedaría grabada en mi memoria para siempre como bello corolario del histórico triunfo nacional de aquel Mundial que mejor llevo en mis recuerdos, y veo y repaso y no dejo de ver por youtube

Y entonces a mis pobres hijos debo decirles, había una vez una selección ...

.Harrison, Nueva Jersey, verano del 2010

Luis Alberto Castillo

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domingo, 13 de junio de 2010

Libros


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Un Mundo Para Julius

- Título: "Un Mundo para Julius"
- Autor: Alfredo Bryce Echenique
- Género: Novela
- Año: 1970
- Editorial: Seix Barral
- Mención: Premio Biblioteca Breve 1970.
- Conmemoración: Cuarenta Años.
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De la exquisita y variada producción literariade Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1933-), "Un Mundo Para Julius" representa la expresión más luminosa y mejor lograda del talentoso y siempre amenísimo escritor peruano.

Enfocada en la Lima de los años cincuenta, la novela narra la vida de una encumbrada familia limeña que tiene como eje principal las vivencias de dos de sus integrantes, dos niños: Cynthia y Julius, quienes se ven abandonados por sus padres a la fatuidad de un mundo frívolo, insulso, y al sólo cuidado de la servidumbre y el frío consuelo de los regalos.

Para gran parte de la crítica, una visión desnuda y descarnada de la alta sociedad capitalina de la época. El libro, sin embargo, a través de un relato ameno y sencillo, se desarrolla convirtiéndonos en los más íntimos confidentes de sus personajes, ahogándonos, a veces, en la ola de su efervescente nostalgia, regalándonos hermosos momentos de alegría, pero, definitivamente, llenándonos de una infinita y preciosa ternura.

La obra cumple 40 años, !larga vida a tan bello libro!.

Nueva York, Barnes & Noble, primavera del 2010.

Luis Alberto Castillo.

Una mirada al recuerdo: mis discos






Lisa de los ojos azules

* Titulo: Lisa De Los Ojos Azules (Lisa Da Gli Occhi Blu)
* Artista: Nicola Di Bari
* País: Italia
* Año: 1970
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Nada recuerda tan sensiblemente mi temprana adolescencia como este bello disco del baladista italiano Nicola Di Bari. El tema está acompasado de una melodía fina y exquisita y con un transfondo romántico que agita profundamente el alma toda, que tiene la magia de transportarnos a recuerdos dulces y tiernos.

A mí me evoca rápidamente a mi hermano Hugo, -a quien en esta lejanía de mi vida nunca he dejado de extrañar !tanto!-, y a ese alegre verano de inicio de la década de los 70's en que nuestra niñez, sin saberlo, revoloteaba inocentona y bulliciosa sus últimos días de juego y aventuras en el provinciano Chimbote natal, pues en mayo de ese año lo abandonaríamos para siempre.

Con el tiempo, a Lisa lo he ido asociando con recuerdos alegres de aventuras juveniles: mis palomilladas de colegial en el Bartolomé Herrera; mis sábados de playa en el Makaha con mis amigos de Magdalena; aquellas escapadas épicas por el muro del colegio para llegar a ver fascinado las grabaciones de El Tio Johny a go-go en el Canal 5.

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La voz ronca y melodiosa del último romántico, acompañó y le dió un poco de ternura a mis locos días de colegial. Es un disco que representa, como muy pocos, mi inolvidable época de chico irresponsable, inocente y romanticón, tan ávido de aventuras. Por eso cuando escucho Lisa algo me aprieta el corazón ...!ay!

Nueva Jersey, primavera del 2010.

Luis Alberto Castillo.