domingo, 31 de enero de 2010

Libros


El Extranjero

*Título: L'Etranger (El Extranjero)
*Autor: Albert Camus (1913-1960)
*Género: Novela
*Méritos: Premio Nobel de Literatura 1957
*Publicación: 1942
*País: Francia
*Editorial: Ciudad Seva (online)

"No tenemos tiempo de nosotros mismos;sólo hay tiempo para ser felices"

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El 4 de enero pasado acaban de cumplirse cincuenta años de la trágica muerte de Albert Camus, el gran escritor francés de la verdad y la libertad humana, y el que más fuerte influencia ejerció en la Europa de la mitad del Siglo XX. Entre sus más importantes obras - El mito de Sisifo, La Peste, El hombre rebelde-, es El Extranjero el que mejor representa su notable produccion literaria, y, sin lugar a dudas, el referente obligado de la gran novelística del siglo XX.

Entendida como una denuncia literaria al pesimismo existencial que impregnó la vida angustiosa del pueblo europeo en los difíciles años de la segunda guerra mundial, El Extranjero tuvo el mérito de encender uno de los debates más ardientes de la época a partir de los grandes temas de la sociedad moderna: la Justicia, la Verdad y la Libertad.

Meursault, el personaje central de la novela, es un sujeto dominado por un profundo estado de frustración y un latente desencanto por la vida, que lo lleva a asumir la actitud más indiferente ante todo lo que le rodea. Todo le aburre. Nada llama su atención. A nada le presta especial importancia. Las cosas, las personas, como los amigos. Todo le resulta intrascendente y le viene igual. Los días lunes como los sábados o domingos. La caricia y la pasión de una mujer no logran mover una fibra de ternura de su ser. Ni los eventos más tristes conmueven su alma gélida, vacía. La noticia de la muerte de su madre la recibe cual una nota de rutina. Y en los funerales es incapaz de expresar la mínima congoja. El aburrimiento y la monotonía se han instalado plenamente en él, convirtiéndolo en un sujeto insensible y desesperadamente apático.

Pero este insípido y frío estado espiritual suyo, ha ido forjando en Meursault una personalidad potencialmente peligrosa, que lo lleva a los extremos de perpetrar un crímen con la mayor frialdad y despojado de toda piedad, mostrándose ante el tribunal que lo juzga sin la menor actitud de arrepentimiento. A partir de este hecho se levanta un proceso sin precedentes que traspasa el mundo ficticio de la novela, promoviendo en la inteligencia europea el mayor debate de la época : ¿se puede juzgar a un sujeto e inflingirle la pena más grave porque no expresó arrepentimiento por el crimen perpetrado?; ¿ el no haber llorado en los funerales de su madre es causa para agravar su responsabilidad penal?; ¿el acusado debe fingir arrepentimiento y congoja para que la justicia expíe con benevolencia sus culpas?; ¿la confesión sincera del acusado no es más bien causa para atenuar la pena? La sombra de El proceso de Kafka se ve flotar en el libro.

A falta de un buen abogado en el juicio, Meursault ha tenido en la crítica del Siglo XX el mejor alegato de defensa: el acusado, lejos de mostrar cinismo y frialdad por el crimen cometido, actuó con la mayor entereza al no esconderse tras las estrategias y trapizondas consabidas al frente de los tribunales. Es un sujeto auténtico, libre de reglas convencionales, incapaz de engañar a nadie, ni a quienes juzgan su crímen. Y si el fin de todo proceso es realizar la justicia, y a la justicia no se llega sino a través de la verdad, el acusado fue el mejor colaborador que tuvo la justicia expresando desde el inicio, no su verdad, sino la verdad de los hechos, aun sabiendo que ello lo inmolaría en el holocausto de la pena capital. Entonces, ¿merecía la guillotina o la infinita piedad de una pena atenuada?

Autores de la talla de Jean Paul Sartre suscribieron este alegato, y en la época actual lo han asumido en parte escritores como Mario Vargas Llosa, quien cuestiona que la sociedad condene al acusado por su ineptitud para decir mentiras o fingir lo que no siente. El mismo Camus, en un artículo posterior a la publicación del libro, sale a defender a su personaje: "El héroe del libro es condenado porque ...rechaza mentir...El dice lo que es, rehúsa enmascarar sus sentimientos y al instante la sociedad se siente amenazada..." Por eso es ejecutado.
Si bien la lectura que esta crítica ofrece de Meursault, es acertada literariamente, la misma no puede ser aceptada en el plano de la vida real. ¿Hasta qué punto la libertad individual tiene legitimidad para traspasar las reglas de juego que se han venido estableciendo secularmente para regir una vida en sociedad? No puede haber sociedad sin un consenso de sus integrantes en torno de ciertas reglas que todos deben acatar . Las instituciones que la conforman y hacen posible la vida en común, exigen deberes y compromisos, demandan determinado grado de responsabilidades, frente a lo cual no cabe más que deponer ciertos impulsos personales, ahogar los deseos y las fantasías que navegan en la soberanía absoluta de la interioridad de nuestro ser. Así, la fidelidad en el matrimonio, la lealtad en la competencia laboral, el derecho a un debido proceso, el respeto por las opiniones ajenas, la tolerancia religiosa, etc. Como anota Vargas Llosa, "Sin este acuerdo, no habría sociedad sino una jungla de bípedos libérrimos donde sólo sobrevirían los más fuertes"
La ejecución final de Meursault es un mensaje metafórico: el precio que debe pagar la libertad individual en aras de preservar la ley que regula la vida en sociedad. Un mensaje que, formulado más de medio siglo atrás, tiene algo de premonitorio y una sorprendente vigencia a la vista de una sociedad como la actual, especialmente la capitalista, donde la monotonía, la rutina y la superficialidad dominan gran parte de la vida. Pero una cosa es entender a una europa encrispada por la violencia, destruida por constantes bombardeos y paralizada por la desazón de la vida en que la arrinconaron las dos grandes guerras del siglo pasado, y otra, muy distinta, la sociedad de esta época, que ha logrado ascender a la cima del mayor progreso material, con capacidad de satisfacer sus necesidades más urgentes y manejar las más remotas. ¿Por qué esta época transmite frialdad y se ahoga igualmente en la ansiedad y desazón por la vida? ¿Qué le falta? Un ideal, un sueño, una fantasía, sin lo cual la vida no es posible. Y cuya ausencia fue lo que ahogó a Meursault en el más absoluto absurdo existencial.
Esta época, que tiene al alcance todo, no tiene de afuera nada que pedir para ser feliz; es dentro de sí misma donde debe sacar aquello único que tanta falta le hace: un poco de ternura. Al fin y al cabo, Camus nos enseñó que la pasión es la mayor fuerza que tiene el hombre. ¿Es mucho pedir?

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Barnes & Noble, Nueva York, invierno del 2009

Luis Alberto Castillo

Una mirada al recuerdo







Mis discos
Saturday Night Fever

*Año: 1978
*Grupo: Bee Gees*Estrella: John Travolta
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!Fabulosos discos de los Bee Gees!, que cierran con broche de oro la década de los 70's introduciendo la música disco.

Para mí rememoran una época de cambio muy marcado en mi juventud. La fiebre por el rock me había bajado completamente hasta convertirme en un chico normal; la melena, los tacones altos, el pantalón acampanado y todo ese look hippilon de mis años locos, eran cosa del pasado.

Era 1978 y yo estaba envuelto en una filosofía más trascendente y comprometida con mi juventud. En vez de algún Longplay de Grand Funk, Led Zeppelin o Rolling Stone, llevaba bajo el brazo El antimperialismo y el apra de Haya de la Torre o Los Siete Ensayos de Mariátegui,y ya emprendía la titánica aventura de recorrer monumentos literarios como El Quijote, Ulyses o En busca del tiempo perdido, y los lapidarios ensayos de Gonzáles Prada cada vez me deslumbraban más.

Me encontraba con la moral al tope. Estudiaba en la San Martín mi primera carrera universitaria, Sociología, y mi mundo giraba alrededor de temas sociales, la política, la filosofía y la literatura.

Estaba entregado con ardorosa pasión a mis actividades políticas en la Universidad enfrentándome constantemente a debates ideológicos verdaderamente incendiarios con los camaradas del FER, Patria Roja, SL y demás grupitos rojos atomizados que ardían de un visceral antiaprismo en la ciudad universitaria de Santa Anita.

Sin embargo, nada me entusiasmaba tanto ni llenaba mejor mis inquietudes juveniles que asistir a los magistrales Coloquios que Victor Raúl impartía los jueves en la Casa del Pueblo, y mis visitas de los domingos a su casa de Villa Mercedes se hacían más intensas, convirtiéndose en una rutina cuasi-religiosa.

La formidable presencia de Victor Raúl habia hecho gravitar mi juventud en otra dirección.

Fué por aquel año que al llegar a casa encontraba a mi hermano menor Raúl empeñado en practicar unas extrañas piruetas y movidas de baile nunca antes visto, al ritmo de una música impecable y melodía elegante, especial para ambiente de discoteca. Eran Los Bee Gees y los temas que ensayaba eran bailes de la película que estaba de moda: "Fiebre de sábado por la noche", protagonizada por un joven actor desconocido, inmaduro, que haría historia: John Travolta.

En las fiestas del barrio era ahora mi hermano menor el líder indiscutible e invencible; nadie bailaba como Travolta mejor que él.

Por insistencia de Raúl fuí a ver la película, y quedé fuertemente impresionado con la gimnástica exhibición de pasos y movidas elásticas de John Travolta, !un verdadero rey de la discoteca!.

En casa intentaría emularlo, pero mis moretones en la rodilla y las caderas resentidas, me hicieron desistir de ensayar el paso ruso. Me contenté con imitar el look y el atuendo elegante de Travolta.

Tuve que admitirlo, mi tiempo habia quedado atrás.

Nueva Jersey, verano del 2010.

Luis Alberto Castillo.

viernes, 22 de enero de 2010

Teatro en Nueva York


Oh! Yantay!
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*Obra original; Ollantay (Perú Incaiko)
*Adaptación: Walter Ventocilla
*Género: Teatro
*Idiomas: Inglés y Español
*Estreno: 2010
*Reparto:Ana María Estrada, Bill Blechingberg, Marisol Carrera
*Producción: Ana Estrada
*Lugar: Teatro La Tea, Nueva York
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Basada en Ollantay, la joya literaria más rica legada por los incas, Oh!Yantay es una entretenida pieza de teatro recientemente estrenada en Nueva York que, a través de un despliegue de intercambio de personajes por parte de un elenco hispano entusiasta, dinámico y desbordante de talento, busca recrear la gran historia de amor prohibida que protagonizaran el valeroso general del inca Pachacútec, y la hija del monarca, la bella princesa Cusy Coyllor.
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Según la versión original, Ollantay se enamora de la hija del Inca, quien rechaza rotundamente la relación amorosa por no pertenecer el guerrero a su misma clase social, tomando la drástica medida de expulsar a Ollantay del Cuzco y encerrar a su hija en un convento (Acllahuasi), bajo estricta vigilancia de Mama Ranra.
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Dicha acción resentiría profundamente al valeroso general, quien había sido leal al Inca Pachacútec, llevándolo a organizar en su contra una fuerte rebelión tan intensa que llegaría a estremecer gran parte del imperio por espacio de quince años.
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Durante el período de cautiverio, Cusy Coyllor tiene una hija, Ima Sumac, fruto de su amor con Ollantay.
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Ya anciano, y sin haber dado su brazo a torcer, muere Pachacútec, heredando el trono su hijo Túpac Yupanqui, quien informado de la desgraciada suerte de su hermana y de la existencia de Ima Sumac, decide liberarla.
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Tras una bien urdida red de mentiras, espionaje y conspiraciones, Ollantay es finalmente apresado y presentado por Rumiñaui ante el nuevo soberano.
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Sin embargo, con un elevado espíritu de justicia, el nuevo Inca se muestra magnánimo con Ollantay dando consentimiento formal a su unión con Cusy Coyllor, y lo nombra su representante en el Cuzco.
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Ollantay es una pieza teatral de un belleza poética sin par, originalmente escrita en quechua, el idioma de los incas. Desde que se hizo pública (siglo XVIII), ha sido representada en todo el mundo, siendo apoteósica su presentación cuando tiene lugar en el mismo escenario en que se rebeló el legendario guerrero, el valle sagrado de los Incas: Ollantaytambo.
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Con la propuesta del Grupo Rasgos, Ollantay es escenificada por primera vez en Estados Unidos con los arreglos del escritor peruano Walter Ventocilla para su adaptación a un teatro made in New York, bajo el nombre de Oh!Yantay.
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La nueva adaptación hilvana la obra con el hilo de una sutil jococidad logrando atemperar notablemente la atmósfera cargada de violencia, venganza y traición de la pieza original, pero respetando en todo momento el hermoso mensaje de lealtad y consecuencia de esta bella historia de amor.
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Méritos son varios y diversos los que hay que destacar en Oh!Yantay, y que van desde un vestuario adecuado que logra delinear claramente el perfil de cada uno de sus personajes y una sobria escenografía que ayuda al público a recrear imaginativamente el ambiente andino en que se desarrolla la trama. La notable versatilidad de un elenco que sabe alternar rápidamente en la representación de los persponajes, es un mérito aparte.
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Pero, tan igual como lo ha sabido reconocer la gran prensa hispana afincada en Nueva York, el hecho de ver la legendaria obra inca cruzando las fronteras del espacio y del tiempo para escenificarse en la capital del teatro mundial, es su mejor logro y una indiscutible hazaña para el importante teatro latino que pugna por abrir aquí un espacio y un lugar de respeto.
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Una hazaña que tiene nombre propio: Ana María Estrada, la entusiasta productora y brillante actriz integrante del reparto que, luego del éxito de la obra y atender el reclamo para su nueva presentación en Nueva York, para la segunda quincena de junio, anuncia el estreno de Oh!Yantay en los teatros de Londres para fines de año y en Lima para agosto próximo.

domingo, 17 de enero de 2010







Woodstock, tres días de paz, amor y música
(Cap. 2)


Santana quiso regalarnos unos minutos de magia con la exhibición del solo de batería de Mikie Shrieve, un gringuito melenudo de apenas diecisiete años de edad.

!Era fascinante ver las maravillas que sus manos podían hacer con la batería!. El chico se deleitaba jugando a los ritmos, primero pegando lento, despacio, para luego darle duro y cada vez más rápido a los platillos y la batería.

El sudor que perlaba su rostro fresco denotaba la profunda concentración en que se hallaba inmerso, cogiendo el vuelo de la inspiración suprema de su arte.
-Está fumadote- observó la flaca. -Esos ojos recontrachinos, ya los he visto, por lo menos está en ácido-.se rió aplaudiendo su chiste.
- ! Arte psicodélico!- ilustró mejor Carlos -Y tú lo sabes mejor que nadie, pues San Francisco es la cuna de la psicodelia-.

Soul Sacrifice llegaría al paroxismo cuando le tocó a Carlos Santana hacer de las suyas.
Nunca había visto a nadie entregarse a la guitarra con tal delicadeza y ternura para arrancar de sus cuerdas la más inspirada y alucinante melodía.

Santana mostraba ser no sólo un fino guitarrista de rock, pop o soul, el más diestro de sus exponentes. Lo suyo era pasión, amor, conquista a la guitarra. La guitarra deliraba entre sus manos como una amada en trance de seducción.

Al fondo del festival, una gringa se movía rítmicamente imitando, con muecas y manos, el trabajo que Santana operaba sobre la guitarra.
-Un vacilón la gringa- reía la flaca.

Llegó un momento en que la efervescencia que Santana hacía vivir en el festival, como por encanto de magoa, se trasladó a la sala del cine y todo el mundo se puso también de pie a aplaudir con un frenetismo desbordante. Era como si una inexplicable onda de energía conectase a ambos públicos, a despecho del espacio y el tiempo.
-Con esta presentación se consagró Santana- profetizaba Carlos aplaudiendo, sin despegar el cigarrillo de los labios.
-!Qué mostro!- exclamaba la flaca, moviéndose en su asiento.

La presentación de Santana en Woodstock fue memorable. Una de las que mejor se recuerda del festival.

Cuando de los parlantes del festival una voz anunciaba: "Ladys and gettleman: John Sebastian", y un rubiecito de lentes que parecia hermano de Piero subía al escenario colgado de su guitarra a la espalda, aproveché para escapar un rato.
-Regreso en un minuto cuñadito- me excusé.

En el baño se libraba un espectáculo aparte, unos chicos super embalados hacían de las suyas.
-!Carajo!- protestó un tio que ingresaba. -Ni acá se puede respirar bien-. y salió dando un portazo.
Posiblemente confundido por mi cabello largo y mi atuendo hippilon, uno de ellos se me acercó:
- loco, ¿tienes papel?
- ¿papel higiénico?
- no huevas, !papel de biblia!- y se mató la risa.

En eso un chico con el look de David Cassidy abrió bruscamente la puerta llamando a gritos a sus patas:
-! Joe Cocker! !Joe Cocker!-

Todo el mundo salió disparado y, por inercia, los seguí entrando de nuevo a la sala.
-Loquillo, no te puedes perder esto !es Joe Cocker!- me recriminaba Carlos.

Al acomodarme, observé al chico de mi costado metiéndole la mano a su enamorada por debajo del brasier. La chica, una flaquita blanca, riquísima, con un africa look bien loco, se dio cuenta de mi sorpresa y, por toda respuesta, me sacó traviesamente su lengua rosadita.

El tema de Joe Cocker With a litle help from my friends se convertiría en un ícono del festival de Woodstock.

sábado, 16 de enero de 2010

Crónicas de Nueva York





Opera en Nueva York

Angela Gheorghiu: La Gran Diva

- Nombre: Angela Gheorghiu (1965)
- País: Rumanía
- Soprano: Clásica
-Especialidad: Verdi, Puccini
- Mejor interpretación: O mio Babbino Caro(Puccini).

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Nueva York puede estar afrontando una aguda crisis económica y financiera, la más seria y grave desde que el último crash sacudió wall street, el Presidente Obama haber anunciado no poder remontar un índice de desempleo todavía elevado, y el fantasma del calentamiento global estar recorriendo el planeta a un galope de apocalipsis, pero ello no opaca ni enfría la enorme espectativa y el efervescente entusiasmo con que el público newyorkino, amante y buen conocedor de la música clásica y la ópera, aguarda los estrenos de la próxima temporada que ya anuncia el Metropolitan Opera-MET: Carmen, de Bizet, Hamlet, Producciones de Ambroise Thomas, La Traviata, de Verdi, Madame Butterfly, con música de Giacomo Puccini.

Y, si a ello agregamos el anuncio de la llegada de la bella rumana Angela Gheorghiu, la soprano de mayor renombre de esta época, "La Gran Diva", estamos que esta década el MET la abre con broche de oro.

Alta y esbelta, de una preciosa melena negro azabache, y que gusta soltarlo en sus presentaciones enmudeciendo el auditorio de caballeros, esta bella rumana (1965) que lleva la música en la sangre (canta desde los cinco años), y que puso a sus pies al público europeo desde aquella legendaria representación de Violeta de La Traviata al lado de George Solti, en el Coven Garden, arrastra tras de sí un historial bien ganado en los templos mayores de la ópera: La Scala de Milán, La Opera Garnier de Paris, el Covent Garden de Londres o el Licen de Barcelona.

Cuando uno busca información sobre los pasos de La Gheorghiu, pareciera que se está más bien ante crónicas radactadas para Hollywood o hilvanadas para las grandes Casas de moda de París, Londres o Nueva York , más preocupadas en resaltar su gran magnetismo, el derroche de rica personalidad mostrada en sus presentaciones, anécdotas sabrosas, affairs, !desplantes!, el cuidado meticuloso de su look, vestuario, bisutería, siempre respaldados por las firmas más autorizadas: John Galliano, Christiam Lacroix, Armani, Chanel .

!Una Diva por encima de todo!

Si bien la ópera abre sus puertas para mostras las expresiones más excelsas de la lírica, oir las voces melodiosas más bellas y solventes de la hora actual, entendemos que éstos ya no son los tiempos de La Callas, y que el Siglo XXI es portador de la evolución que se ha venido operando en la cultura de la música, y que hoy se constata una interesante apuesta por una Opera que también busca despertar el interés en el glamour que lucirán en la presentación sus grandes intérpretes, en gran parte gracias al estilo impuesto por Angela Gheorghiu.

Con la presentación de La Gheorghiu, el público newyorkino asistirá esta temporada a una de las voces más opulentas del siglo. A admirar una presencia fascinante. Una fémina hermosa, sensual y elegante. Al llamado atrapador de una sirena deslumbrante y cautivadora.

Pero, también, a la espera inquietante de quien, como la Gheorghiu, esta fierecilla de temple indomable, caprichosa y presumida, cuyo historial muy bien iluminado de grandes y contundentes éxitos, anda a la par acompañado del apagón repentino de las caprichosas cancelaciones de sus presentaciones, este público se preguntará ... ¿asistirá?

El morbo antes que nada y todo. Y la Gheorghiu sabe despertar pasiones.

Nueva York, invierno del 2010

Luis Alberto Castillo

domingo, 3 de enero de 2010

Libros


Memorias de una Geisha

.Título: Memorias de una Geisha
.Género: Novela
.Autor: Arthur Golden
.Publicación: Nueva York, 2005
.Editorial:Vintage Español
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He aquí un libro excepcional: por lo fantástico, misterioso y exótico que él encierra. Un libro que nos abre la puerta al mundo enigmático y desconocido de las geishas: mujeres bellas vendidas desde niñas para ser preparadas, mediante un paciente, riguroso y disciplinado proceso de educación, en el arte de seducir a los más encumbrados y poderosos señores del país de los cerezos. Un mundo de ilusión y orgullo para ellas; un negocio vil y descarnado para los crápulas.
La novela nos embarca en una idílica historia de amor rodeada del más fino y sutil velo de erotismo al influjo de los paraísos artificiosos de las casas de seducción y la explotación carnal. Es el Japón de los difíciles años de la primera posguerra, en pleno proceso de occidentalización, coexistiendo con los resabios de las viejas tradiciones feudales.
La historia se hilvana desde Yoroido, un pueblecito de pescadores a orillas del mar de Japón, en donde Chiyo y su hermana Satsu, a causa de los apremios económicos por los que atraviesa su padre, un pobre pescador que no sabe cómo afrontar la gave enfermedad de su esposa, son vendidas sin saberlo a un hombre llamado Beku, quien las conduce a Gion. Y allí, mientras Satsu es vendida a un burdel, Chiyo lo es a una Okiya: una casa para geishas.
Desde el inicio, los fascinantes ojos azules de color grisáceo de Chiyo llamarían la curiosidad y despertarían el calculado interés de Mameha, la geisha mayor que regenta la Okiya, y que haría volcar en la niña toda su dedicación hasta convertirla en geisha, comenzando por darle un nuevo nombre, uno hermoso y cautivador: Sayuri.
Siguiendo la tradición, Sayuri comienza trabajando como criada de la Okiya asumiendo las labores más duras y ordinarias, Pero será la implacable crueldad de Hatsumono, una geisha malvada y envidiosa del rico potencial que muestra Sayuri, al observar que ésta opaca a su protegida, la simple y ordinaria calabaza, quien se encargará de llenar de amargura y aflicción la vida de la aprendiz a geisha.
Sin embargo, como todo diamante en bruto, a fuerza de una persistente entrega, Sayuri logra liberar los deslumbrantes brillos de su encanto y natural belleza hasta convertirse en Geisha: la más estilizada y bella, la más deseada y cotizada de Japón. El sueño de Chiyo llega a cristalizarse. Sin embargo, el amor de Sayuri se desvanece como burbuja. Es el mundo de ensueño y ficción de las geishas. Un extraño designio de sus vidas.
Gran parte de la mitad de la trama se articula sobre la tragedia del Japón de la Segunda Guerra mundial, y, al igual que sus ciudades, el mundo de muchas geishas termina extinguiéndose en ruinas y cenizas. Hatsumono, la malvada y cruel persecutora de Sayuri, acaba siendo expulsada de la okija, en tanto que calabaza, acostumbrada a hábitos de princesa mimosa y delicada, tiene que asumir una nueva vida de obrera en las ásperas faenas de la factoría. Un pasaje dramático de la novela conmueve al más frío de los lectores: calabaza observa, dolorosamente e impotente, cómo sus delicadas y pequeñas manos de porcelana se descascaran como fina piel de cebolla al contacto de los nuevos y groseros oficios.
Gracias a la protección de Nobu, el acaudalado que compró su virginidad, Sayuri logra independizarse de la okiya, y decide salir de Japón estableciendo una nueva vida en Nueva York, en donde monta una casa de Té. Será desde ahí que en lontananza y con la caída de las primeras hojas del otoño de su vida, siente el imperativo de volcar sus Memorias de una Geisha, la novela de su vida , virtiendo en ella toda su alma, en lo que hay de dolor, triunfo, amor, desilusión y resignación. El lector lo siente vibrar intensamente, desde que abre las páginas del libro y hasta que lo cierra.
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Nueva York, Barnes & Noble, invierno de 2008
Luis Alberto Castillo

sábado, 2 de enero de 2010